Tienes que salir a trabajar fuera de casa, pero te sientes culpable? ¡Alto! Hay formas de balancear tu “doble vida” y ser una gran profesional sin renunciar a tu condición de madre perfecta.
La culpa común y corriente se refiere a la responsabilidad que sentimos por el resultado de nuestros actos; sin embargo existe otro tipo de culpa que va muy ligada a lo que pensamos que tenemos que ser o hacer contra lo que somos o no hacemos, esa culpa por “omisión” que sentimos la mayoría de las mamas que tenemos que salir a trabajar a la calle. Todas las madres trabajan, pero solo algunas reciben un salario por ello.
Esta vez me referiré a la labor de las mujeres fuera de la casa, ese trabajo que ha sacado adelante a muchas familias, que ha rellenado “baches” o significa el único ingreso de un hogar. Ese trabajo tan cuestionado, cubierto de mitos, de culpas y de “luchas” de género.
A los hijos les gusta que su madre trabaje?
La respuesta universal es solo una: un claro y definitivo “NO”.
Alguna mujeres han trabajado siempre fuera de casa y eso hace que sus hijos estén acostumbrados; sin embargo, hay muchas otras que tienen que salir a buscar empleo al mismo tiempo que viven fuertes crisis de pareja o cuando se han separado de ellas. Los hijos viven entonces un doble “abandono” y las madres una “doble culpabilidad”.
Para un niño, el hecho de que su madre salga al trabajo por primera vez significa un verdadero abandono. Si este pequeño estaba acostumbrado a tenerla todo el día junto a él, cuando esta situación cambia, la vive como un fuerte duelo que se reflejará en su conducta.
En uno de sus escritos Laura Gutman hace reflexiones interesantísimas sobre lo que verdaderamente sucede en la mujer a nivel emocional cuando se convierte en madre, que van más allá de la necesidad de regresar al trabajo por razones económicas ó de compromisos establecidos. Ella se refiere y cito textualmente:
El trabajo nos salva. Nos devuelve la identidad perdida. Nos coloca en un estante visible y ordenado a la vista de todo el mundo. “Somos” empleadas, secretarias, abogadas, redactoras, cuidadoras, médicas, ingenieras, bailarinas o cocineras. Poco importa. El hecho es que “somos” algo que tiene nombre y lugar para coexistir en la sociedad.
Ahora bien, el niño ha quedado en muchos casos, insatisfecho. No tanto por las horas que las madres estamos ausentes. Si no a causa de la carga de identidad, valoración y deseo que las madres ponemos cada día en ese “afuera” salvador y dador de identidad. Está claro que “afuera” logramos “volver a ser” y “adentro” con el niño en brazos y solas, nos tornamos invisibles.
¿Somos en cierta forma “malas” esas madres que aún teniendo la posibilidad de escoger, nos decidimos por continuar nuestra carrera ó trabajo pasado el período post-natal? ¿Tu que opinas?
Te interesa el tema, lo sabemos, en nuestra próxima entrega hablaremos de: Como algunos niños perciben nuestro sentido de culpa y lo manejan a su beneficio, haciéndonos sentir peor para que después los compensemos con regalos.
Este es solo un abre boca a un tema tan discutido por nosotras “LAS MADRES”.
A.A.
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